¿Quién se beneficia con la quema de caña?

Fuente: EEAOC, publicado en la Gaceta sábado 11 de septiembre

Todos los años, durante los meses de agosto y septiembre se pone de manifiesto el problema de la quema de caña de azúcar en nuestra provincia. Si bien la quema de cañaverales o cualquier tipo de vegetación se encuentra prohibida por ley desde 2004, parece ser un problema muy difícil de resolver y que siempre deja mal posicionados a los productores cañeros y al gobierno por no hacer cumplir la ley.

En principio se puede decir que es un problema bastante más complejo de lo que se piensa y parecería queponer multas a los dueños de campos quemados o impedir el ingreso de caña quemada a los ingenios no es suficiente para solucionar el problema.

Si bien es cierto que hace unos 20 a 25 años la quema se utilizaba en Tucumán como práctica de pre-cosecha para limpiar los campos y disminuir los contenidos de trash que se llevaban al ingenio, con el tiempo y los avances tecnológicos, esta práctica se fue paulatinamente eliminando y hoy es muy difícil encontrar un productor de caña que justifique el uso del fuego en su cañaveral.

Esto se debe a que las cosechadoras modernas, con las que se recolecta prácticamente el 98% de la caña de Tucumán, no requieren el uso del fuego para limpiar la caña; más aún, funcionan y están concebidas para trabajar con «caña verde». Además, tanto en Tucuman como en casi todos los países cañeros, el uso de rastrojo de caña como cobertura sobre el suelo (lo que queda después de la cosecha en verde) mostró ser una herramienta fundamental para contrarrestar los efectos de la sequía (en el caso de Tucumán, el 90% de la caña se cultiva sin riego), disminuir el efecto de malezas anuales y por lo tanto, reducir el uso de herbicidas, como así también proteger al suelo contra la erosión y mejorar la fertilidad del mismo, entre otros efectos benéficos.

Por otro lado, la caña quemada en pie comienza a sufrir un deterioro desde el momento en que se prende fuego, el cual se acelera con las altas temperaturas (que son muy frecuentes en los meses de Agosto y Septiembre) y hace que el rendimiento en azúcar de la caña quemada sea muy inferior a la caña cosechada en verde.

Por todo esto, queda claro que el productor cañero no resulta beneficiado desde ningún punto de vista por la quema de caña en pie, ni por la quema de rastrojos. Entonces cabe preguntarse si realmente el productor cañero atentaría contra su propia rentabilidad quemando su caña o su rastrojo, además de exponerse a multas, denuncias y otros problemas legales.

Medidas de prevención

Sin embargo, sí queda en responsabilidad del productor, hacer todo lo que se encuentre a su alcance para evitar que se quemen los campos que tenga cultivados con caña de azúcar. Por lo tanto es necesario que el  productor tome todo los recaudos necesarios con el fin de evitar cualquier riesgo de quema en su campo tomando, entre otras,  las siguientes medidas de precaución:

  • Rastrear y mantener limpios los callejones y perímetro de los campos.
  • Si el campo se encuentra sobre una ruta o camino transitado, limpiar las banquinas o hacer un cortafuegos que impida que el fuego generado en las banquinas llegue a la caña.
  • Mantener limpias las acequias y los alambrados.
  • Preparar cortafuegos en el rastrojo una vez cosechada la caña.
  • En caso de ser posible, tener preparado un tanque con agua que permita la extinción de pequeños focos de fuego.
  • Tener carteles con teléfonos útiles (Defensa Civil – 103, Emergencias – 911)

En este sentido resulta también importante señalar la responsabilidad de toda la sociedad y de las instituciones oficiales (Municipalidades, Comunas, Escuelas, Vialidad Provincial y Nacional, etc.) para evitar el uso del fuego en cualquier tipo de actividad, sobre todo en los meses de mayor riego de incendios.

Las condiciones ambientales

La quema de caña resulta un problema principalmente en los meses de agosto y septiembre porque las condiciones ambientales son predisponentes para la propagación de incendios. Estas condiciones son: escasas precipitaciones, muy baja humedad relativa y vientos persistentes. Si a esto se suma la ocurrencia de heladas en los meses previos, como ocurrió este año y, que deja a casi toda la vegetación en un estado de combustibilidad muy alta, es muy factible que un foco de fuego prospere rápidamente y termine abarcando una superficie importante.

Es fundamental destacar que los incendios en esta época no solo ocurren en campos de caña de azúcar, sino que se registran en banquinas, pastizales, bosques y otros cultivos. Durante 2020, un estudio realizado por la Sección Sensores Remotos y SIG de la EEAOC reveló que 21.750 ha de monte natural, pastizales y otros cultivos distintos a caña de azúcar, sufrieron el efecto del fuego en distinta medida. Esto resulta una clara evidencia que, en años con condiciones predisponentes para la quema (años secos y con ocurrencia de helada), la misma va a afectar a toda la vegetación y especialmente a la caña de azúcar, que es un cultivo muy afectado por las heladas y que se encuentra ampliamente distribuido en nuestra provincia.

En los últimos 10 años se viene registrando una paulatina disminución de la quema de cañaverales y hay cada vez hay mayor conciencia sobre el daño que la quema le produce a toda la sociedad, incluidos los cañeros. Sin embargo, esta tendencia puede verse alterada por la ocurrencia de heladas, como ocurrió la zafra pasada. Por eso resulta fundamental insistir con programas de concientización y educación a todos los actores de la sociedad y abarcar el problema desde distintos puntos de vista, hasta que finalmente todos entendamos que la quema no beneficia a nadie.

Ing. Agr. Juan Fernandez de Ullivarri y Lic. Javier Carreras Baldrés, EEAOC