Informe Especial: quema de caña, pérdida para el productor y la sociedad

Fuente EEAOC, publicado en la Gaceta 10 de abril de 2021

La quema de caña de azúcar o rastrojos de la misma sigue siendo un problema que se repite todos los años en Tucumán. Sin embargo, esta práctica que se encuentra totalmente prohibida en nuestra provincia, es una de las prácticas más perjudiciales para el productor cañero.

En 2020, según un estudio de la Sección Sensores Remotos y Sistemas de Información Geográfica de la EEAOC, se quemaron en la provincia de Tucumán 111.250 hectáreas de caña de azúcar (aproximadamente el 40% de la superficie plantada en la provincia), detectándose de ese total, 27% quemadas en pie antes de la cosecha. Si bien el año 2020 estuvo muy influenciado por condiciones ambientales predisponentes para la quema (ocurrencia de heladas y otoño muy seco), la tendencia general de los últimos años es a la disminución gradual de la quema.

Más allá de todos los perjuicios que trae aparejada la quema para la sociedad (afecciones a la salud, contaminación ambiental, cortes de energía eléctrica, accidentes de tránsito, etc.), esta práctica resulta desde todo punto de vista económicamente desventajosa para el mismo productor. Si bien esta es una práctica tradicional que tenía su justificación hace 30 o 40 años, con la tecnología actual de cosecha y con los estudios realizados en prácticamente todos los países productores de azúcar, resulta evidente que la quema de caña o sus residuos de cosecha tienen un efecto negativo en la producción de azúcar.

A partir de la quema del cañaveral en pie, se desencadena un proceso de degradación de azúcar almacenado en el tallo de la caña.Este proceso de degradación no tendrá grandes consecuencias si la caña es cosechada y molida inmediatamente después de la quema y el tiempo es fresco. Sin embargo, si la cosecha de esa caña se demora y las temperaturas son moderadas (fines de invierno y primavera), la degradación se acelera hasta el punto de que no resulta conveniente cosechar ese cañaveral.

 Por otro lado, la quema de residuos de caña, en una agricultura en secano (sin riego) tiene el efecto de eliminar la barrera protectora que tiene el suelo para evitar la evaporación del agua de lluvia almacenada en él. Esto puede tener un efecto muy importante en años con deficiencia hídricas(como éste) y un efecto menor en años lluviosos. Por otro lado, la cobertura de rastrojos resulta una barrera para la proliferación de algunas malezas y plagas que pueden llegar a ser un problema en campos quemados. Finalmente, después de su descomposición, el residuo de la cosechadevuelve al suelo cantidades importantes de nutrientes y materia orgánica que hacen que el suelo sea más fértil y mejor estructurado. Todo esto sumado se traduce en mayores producciones de caña y por lo tanto mayor recuperación de azúcar por unidad de superficie.Estudios realizados en la EEAOC reportan pérdidas entre 8% de producción en años normales hasta 37% en años secos para la variedad LCP 85-384 debido a la quema de la cobertura después de la cosecha en verde.

Se encuentra totalmente probado que, con la tecnología actual disponible en nuestra provincia y los resultados de los ensayos de todos los centros de investigación, la quema es un proceso perjudicial desde todo punto de vista, tanto para la comunidad como para el productor cañero. Por esta razón, es necesario redoblar los esfuerzos y concientizar a toda la sociedad, y especialmente del sector cañero (extremar la prevención de frente a quemas accidentales), para eliminar la quema en los próximos años. Esto no solo redundará en una mejor calidad de vida para los tucumanos sino que aportará un beneficio económico importante para la provincia mediante un aumento significativo en la producción de azúcar.

Autores:

Ing, Agr. Juan Fernandez de Ullivarri (Sección Ingeniería de la Caña de Azúcar)

y Lic. Javier Carreras Baldrés (Sección Sensores Remotos y SIG)

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